lunes, 12 de febrero de 2007

El Espíritu de la Filosofía China-CapítuloI


CAPÍTULO I
EL ESPÍRITU DE LA FILOSOFÍA CHINA

El lugar que la filosofía ha ocupado en la civilización china es comparable al de la religión en otras civilizaciones. En China, la filosofía ha sido preocupación de toda persona educada. En los viejos tiempos, si una persona era educada en alguna medida, la primera formación que recibía era en filosofía. Cuando los niños iban a la escuela, los Cuatro Libros, que son las Analectas de Confucio, el Libro de Mencio, el Gran Estudio y la Doctrina del Justo Medio, eran los primeros que se les enseñaba a leer. Los Cuatro Libros fueron los más importantes textos de la filosofía neoconfuciana. A veces, cuando los niños apenas empezaban a aprender los caracteres, se les daba un breve libro de texto para sus lecturas. Este era conocido como El Clásico de los Tres Caracteres, que se llamaba así porque cada frase del libro consta de tres caracteres arreglados de tal manera que, cuando son recitados, producen un efecto rítmico, ayudando así a los niños a aprender de memoria con mayor facilidad. Este libro era, en realidad, una cartilla, y la primera declaración que contiene es que “la naturaleza del hombre es originalmente buena”. Esta es una de las ideas fundamentales de la filosofía de Mencio.

LUGAR DE LA FILOSOFÍA EN LA CIVILIZACIÓN CHINA

Al occidental, que ve que la vida del pueblo chino está impregnada de confucionismo, le parece que el confucionismo es una religión. Pero, en realidad, el confucionismo no es más religión que, digamos, el platonismo o el aristotelismo. Es cierto que los Cuatro Libros han sido la “biblia” del pueblo chino; pero, en los Cuatro Libros no hay ningún relato sobre la creación ni mención alguna de un paraíso o un infierno.

Desde luego, los términos “filosofía” y “religión” son ambiguos. La filosofía y la religión pueden tener significados enteramente diferentes para distintas personas. Cuando las personas hablan sobre filosofía o religión, pueden tener en sus mentes ideas muy diferentes con respecto a la una y la otra. En cuanto a mí, llamo “filosofía” al pensamiento sistemático y reflexivo sobre la vida. Toda persona está inmersa en la vida. Pero no son muchos los individuos que piensan reflexivamente sobre la vida, y son menos los que reflexionan sistemáticamente. Un filósofo tiene que filosofar; es decir, tiene que pensar reflexivamente sobre la vida, y luego expresar sus ideas en forma sistemática.

Este tipo de pensamiento es llamado reflexivo porque tiene como objeto a la vida. La teoría de la vida, la teoría del universo y la teoría del conocimiento emanan todas de este tipo de pensamiento. La teoría del universo surge porque el universo es el medio de la vida, el escenario del drama de la vida. La teoría del conocimiento surge porque el pensamiento es en sí mismo conocimiento. De acuerdo con algunos filósofos de Occidente, para pensar, primero debemos descubrir qué podemos pensar; en otras palabras, antes de empezar a pensar sobre la vida, debemos “pensar nuestro pensamiento”.

Tales teorías son todas productos del pensamiento reflexivo. Los mismos conceptos de “vida”, “universo” y “conocimiento” son productos del pensamiento reflexivo. No importa si pensamos sobre la vida o si hablamos sobre ella, todos estamos inmersos en ella. No importa si pensamos o hablamos sobre el universo, todos somos parte de él. Ahora bien, lo que los filósofos llaman universo no es lo mismo que lo que tienen en mente los físicos cuando se refieren a él. Lo que los filósofos llaman universo es la totalidad de todo lo que es. Es decir, algo equivalente a lo que el antiguo filósofo chino Hui Shi llamaba “El Gran Uno”, que define como “aquello que no tienen nada más allá”. Así todas las personas y todas las cosas deben ser consideradas como parte del universo. Cuando uno piensa sobre el universo, está pensando reflexivamente.

Cuando pensamos sobre el conocimiento o hablamos sobre el conocimiento, tal pensamiento y tal expresión son en sí mismos conocimiento. Para usar una expresión de Aristóteles, esto es “pensar sobre el pensamiento”; y esto es pensamiento reflexivo. Aquí está el círculo vicioso que siguen aquellos filósofos que insisten en que, antes de pensar, debemos pensar sobre nuestro pensamiento; ¡como si tuviésemos otra facultad con la que se pudiera pensar sobre el pensamiento! En realidad, la facultad con que pensamos sobre el pensamiento es la misma con la que pensamos en general. Si somos escépticos sobre la capacidad de nuestro pensamiento respecto a la vida y al universo, tenemos la misma razón para dudar de la capacidad de nuestro pensamiento respecto al pensamiento.

La religión también tiene algo que ver con la vida. En el corazón de cada gran religión existe una filosofía. De hecho, cada gran religión es una filosofía con cierta superestructura, que consta de supersticiones, dogmas, rituales e instituciones. Esto es lo que yo llamo religión.

Si uno entiende el término “religión” en este sentido, que en realidad no difiere mucho del uso común, verá que el confucionismo no puede ser considerado como una religión. La gente ha estado acostumbrada a decir que en China había tres religiones: el confucianismo, el taoísmo y el budismo, Pero el confucianismo, como hemos visto, no es una religión. En cuanto al taoísmo, hay que hacer una distinción entre el taoísmo como filosofía, llamada dao jia (la escuela taoísta), y la religión taoísta (dao jiao). Sus enseñanzas no son sólo diferentes, sino incluso contradictorias. El taoísmo como filosofía enseña la doctrina de seguir a la naturaleza, mientras que el taoísmo como religión enseña la doctrina de trabajar en contra de la naturaleza. Por ejemplo, según Lao Zi y Zhuag Zi, el que la vida sea seguida por la muerte es el curso de la naturaleza, y el hombre debe seguir con calma este curso natural. Pero las principales enseñanzas de la religión taoísta son los principios y las técnicas de cómo evitar la muerte, lo que se orienta expresamente contra la naturaleza. La religión taoísta tiene el espíritu de la ciencia, que es la conquista de la naturaleza. Si uno está interesado en la historia de la ciencia china, los escritos de los taoístas religiosos le brindarán mucha información.

En lo tocante al budismo, también existe la distinción entre el budismo como filosofía, que es llamado fo xue (la doctrina budista), y el budismo como religión, que es llamado fo jiao (la religión budista). Para el chino educado, la filosofía budista es mucho más interesante que la religión budista. Es bastante común ver a monjes budistas y monjes taoístas participando simultáneamente en los funerales chinos. Los chinos toman filosóficamente incluso su religión.

En la actualidad, muchos occidentales saben que los chinos han estado menos preocupados por la religión que otros pueblos. Por ejemplo, en un artículo titulado ”ideas dominantes en la formación de la cultura china”*. El profesor Derk Bodde dice: “Ellos (los chinos) no son un pueblo para que el las ideas y actividades religiosas constituya una parte muy importante y absorbente de la vida...Es la ética (especialmente la ética confuciana), y no la religión (por lo menos no la religión de un tipo formal y organizado), lo que está en la base espiritual de la civilización china...Todo ello, desde luego, marca una diferencia de importancia fundamental entre las civilizaciones china y la mayoría de las otras civilizaciones importantes, en las que una iglesia y un clero ha desempeñado un rol dominante”.

*Journal of America Oriental Society, Vol 62, N° 4, pp. 293-9. Reimpreso en China; pp. 18-28 (editor: H.F. MacNair),University of Califoria Press, 1946.

En un sentido esto es muy cierto. Pero, uno preguntaría: ¿por qué es así? Si el anhelo por lo que está mas allá del mundo real y presente no es uno de los deseos innatos de la humanidad, ¿por qué para la mayoría de los pueblos las ideas y actividades religiosas constituyen una parte extraordinariamente importante de la vida? Si ese anhelo es uno de los deseos fundamentales de la humanidad, ¿por qué los chinos son la excepción? Cuando uno dice que es la ética, y no la religión, lo que ha dado la base espiritual de la civilización china, ¿ello no implica que los chinos no son conscientes de los valores que son más altos que los valores morales?

Los valores más altos que los valores morales pueden ser llamados valores supramorales. El amor a los seres humanos es un valor moral, en tanto que el amor a Dios es un valor supramoral. Algunas personas pueden estar inclinadas a llamar valor religioso a este tipo de valor. Pero, en mi opinión, este valor no está limitado a la religión, a menos que lo que significa acá “religión” difiera del significado antes descrito. Por ejemplo, el amor a Dios en el cristianismo es un valor religioso, mientras que el amor a Dios en la filosofía de Spinoza no lo es, porque lo que Spinoza llama Dios es, en realidad, el universo. Hablando estrictamente, el amor a Dios en el cristianismo no es en realidad supramoral. Esto es porque Dios, en el cristianismo, es una persona y, por consiguiente, el amor a Dios del hombre es comparable al amor de un hijo por su padre, que es un valor moral. Por lo tanto, el amor a Dios en el cristianismo está en cuestión como verdadero valor supramoral. Es un valor cuasi supramoral, mientras que el amor a Dios en la filosofía de Spinoza es un verdadero valor supramoral.

En respuesta a las preguntas arriba mencionadas, yo diría que el anhelo por algo ubicado más allá del mundo real y presente es uno de los deseos innatos de la humanidad, y que los chinos no son una excepción a esta regla. Los chinos no ha tenido mucha preocupación por la religión porque han estado muy ocupados con la filosofía. No son religiosos porque son filosóficos. Con la filosofía satisfacen su anhelo por lo que está más allá del mundo real y presente. Por medio de la filosofía expresan y aprecian los valores supramorales, y al vivir de acuerdo con la filosofía tienen la experiencia de estos valores.

Conforme a la tradición de la filosofía china, su función no es el aumento del conocimiento positivo (por conocimiento positivo entiendo “información sobre la realidad”), sino la elevación de la mente, es decir, el extenderse hacia lo que está más allá del mundo real y presente, y hacia los valores que son más altos que los valores morales. El Laozi dice: “Esforzarse por aprender es aumentar día a día; esforzarse por el tao (la vía, la verdad) es disminuir día a día.” (Ver capítulo XLVIII.) No me ocupo de la diferencia entre el aumento y la disminución, ni estoy completamente de acuerdo con esta opinión del Laozi. La cité únicamente para mostrar que en la tradición de la filosofía china existe una distinción entre el esforzarse por aprender y el esforzarse por el tao (la vía)). El propósito del primero es lo que llamo incremento del conocimiento positivo, y el propósito del segundo es la elevación de la mente. La filosofía pertenece a esta última especie de pensamiento.

El punto de vista de que la función de la filosofía, especialmente de la metafísica, no es el incremento del conocimiento positivo, ha sido expuesto por la escuela vienesa en la filosofía occidental contemporánea, aunque desde un ángulo de vista diferente y con otro propósito. No estoy de acuerdo con esta escuela en que la función de la filosofía es sólo la clarificación de las ideas, y en que la naturaleza de la metafísica es sólo una lírica de los conceptos. No obstante, en sus argumentos se puede ver claramente que la filosofía, especialmente la metafísica, se convertiría en un disparate si intentara dar información sobre los hechos reales.

La religión si da información sobre los hechos reales. Pero la información que da la religión no está en armonía con la que brinda la ciencia. Así en Occidente se ha producido un conflicto entre la religión y la ciencia. Donde avanza la ciencia, retrocede la religión; y la religión pierde autoridad cuado avanza la ciencia. Los tradicionalistas lamentaron este hecho y se compadecieron de la gente que había dejado de ser religiosa, considerando que había degenerado. Y, en verdad, esta gente realmente debería ser objeto de compasión si, fuera de la religión, no tuviera otros accesos a los valores más altos. Cuando la gente se libera de la religión y no tienen ningún substituto, también pierde los valores más altos. Tiene que limitarse a los asuntos mundanos y permanece ajena a los asuntos espirituales. Afortunadamente, sin embargo, al lado de la religión está la filosofía, que ofrece a los seres humanos un acceso a los valores más altos; un acceso más directo que el que ofrece la religión, porque, en filosofía, para familiarizarse con los valores más altos, no se necesita seguir el camino indirecto de las oraciones y los ritos. Los valores más altos con que se ha familiarizado el hombre por medio de la filosofía son incluso más puros que los que se adquieren por medio de la religión, porque no están mezclados con imaginaciones y supersticiones. En el mundo del futuro, la filosofía ocupará el lugar de la religión para los seres humanos. Esto concuerda con la tradición china. No es necesario que los seres humanos sean religiosos, pero es necesario que sean filosóficos. Cuando son filosóficos, tienen la mejor de las bendiciones de la religión.

PROBLEMÁTICA Y ESPÍRITU DE LA FILOSOFÍA CHINA

He discutido líneas arriba la naturaleza y la función de la filosofía. En las observaciones que siguen trataré más específicamente sobre la filosofía china. La corriente principal en la historia de la filosofía china puede ser llamada “espíritu de la filosofía china”. Para comprender este espíritu, ante todo debemos dejar en claro la problemática que la mayoría que la mayoría de los filósofos chinos han tratado de resolver.

Hay personas de todos los tipos y condiciones. Para cada uno de estos tipos y condiciones, existe una forma máxima de realización personal. Consideremos el caso de las personas dedicadas a la política práctica. La forma más alta de realización para esta clase de personas es llegar a ser grandes estadistas. Así también en el campo del arte, la forma más alta de realización de los artistas es ser grandes artistas. Aunque existe estos diferentes tipos de seres humanos, todos son seres humanos. ¿Cuál es la forma más alta de realización que puede alcanzar un ser humano como tal? Según los filósofos chinos, el máximo logro es llegar a ser un sabio, y el más alto logro de un sabio es la identificación del individuo con el universo. Ahora bien, si los seres humanos quieren lograr esta identificación, ¿tienen que abandonar necesariamente la sociedad e incluso negar la vida?

De acuerdo con algunos filósofos, ello es necesario El Buda dijo que la vida en sí es la raíz y la fuente de la miseria de la vida. En un sentido similar, Platón dijo que el cuerpo es la prisión del alma. Y algunos taoístas dijeron que la vida es una excrecencia, un tumor, y que la muerte debe ser considerada como el rompimiento del tumor. Todas estas ideas expresa el punto de vista que aspira al escape de la red del mundo corrompido por la materia; y, por consiguiente, para que la más alta meta del sabio llegue a realizarse, el sabio tiene que abandonar la sociedad e incluso la vida misma. Sólo así puede obtener la liberación final. Este tipo de filosofía se conoce generalmente como “filosofía extraterrenal”.

Hay otro tipo de filosofía, que pone énfasis en lo que está en la sociedad, como las relaciones humanas y los asuntos humanos Este tipo de filosofía habla sólo de valores morales, y no puede o no desea hablar de los valores supramorales. Este tipo de filosofía se definen generalmente como “terrenal”. Desde el punto de vista de una filosofía terrenal, una filosofía extraterrenal es demasiado idealista, no tiene utilidad práctica y es negativa. Desde el punto de vista de una filosofía extraterrenal, una filosofía terrenal es demasiado realista, demasiado superficial. Puede ser positiva, pero es como la rápida marcha de una persona que ha tomado un camino equivocado: cuanto más rápido camina, más se extravía.

Mucha gente dice que la filosofía china es “terrenal”. Es difícil afirmar que esta gente está enteramente en lo cierto o que yerra por completo. Juzgando superficialmente esta idea, no se puede decir que sea falsa, porque, de acuerdo con este punto de vista, todas las escuelas de la filosofía china se ocupan directa o indirectamente del gobierno y de la ética. En apariencia, la filosofía china se ocupa principalmente de la sociedad y no del universo; de las funciones diarias de las relaciones humanas, y no del infierno y del paraíso; de la vida presente de los seres humanos, y no de su vida en un mundo por venir. Cuando le preguntaron a Confucio sobre el significado de la muerte, él respondió: “Si no comprendes todavía la vida, ¿cómo podrías comprender la muerte?” (Analectas de Confucio, XI, 11.) Y Mencio decía: “El sabio es la culminación de las relaciones humanas” (Mencio, IV a, 2) Esto, interpretado literalmente, significa que el sabio es el hombre moralmente perfecto en la sociedad. En la superficie, como el hombre ideal es de este mundo, pareciera que la filosofía china llama “sabio” a una persona muy diferente al Buda del budismo y a los santos de la religión cristiana. En apariencia, esto podría ser especialmente cierto respecto del sabio confuciano, Por eso es que, en tiempos antiguos, Confucio y los confucianos fueron tan ridiculizados por los taoístas.

Esta es, sin embargo, sólo una visión superficial del asunto. La filosofía china no puede ser comprendida partiendo de una simplificación de este tipo. Considerando sólo el principal rasgo de su tradición, si lo comprendemos acertadamente, no se puede decir que la filosofía china sea completamente terrenal, y tampoco se puede decir que sea completamente extraterrenal Es de este mundo y del otro mundo al mismo tiempo. Hablando sobre el neoconfucianismo de la dinastía Song, un filósofo lo describió de la siguiente manera: “No está divorciado de las actividades cotidianas ordinarias, pero va directamente a lo que antecede al paraíso”. Esto es lo que la filosofía china ha buscado tenazmente. Por su espíritu es, al mismo tiempo, extremadamente idealista y extremadamente realista y muy práctica, aunque no en forma superficial.

Lo terrenal y lo extraterrenal se contraponen uno a otro al igual que el realismo y el idealismo. La tarea de la filosofía china es lograr una síntesis de esta antítesis. Ello no significa que las contraposiciones sean abolidas. Sigue presentes, pero han sido unificadas en un todo sintético. ¿Cómo puede lograrse esto? Esta es la problemática de la filosofía china.

Según la filosofía china, el individuo que logra esta síntesis, no sólo en teoría sino también en la práctica, es el sabio. El sabio es terrenal y, a la vez, extraterrenal. El logro espiritual del sabio chino corresponde al logro del santo en el budismo y en la religión occidental. Pero, el sabio chino se ocupa en los asuntos del mundo. Su carácter se describe con la fórmula “sabio en lo interior y rey en lo exterior”. Esto quiere decir que, en su sabiduría interior, realiza la cultivación espiritual, y que, con su realeza exterior, actúa en la sociedad. No es necesario que el sabio sea el verdadero jefe del gobierno en su sociedad. Desde el punto de vista de la política práctica, ciertamente, en la mayoría de los casos el sabio no tiene posibilidad de ser el jefe del Estado. La fórmula “sabio en lo interior y rey en lo exterior” significa únicamente que quien tienen el espíritu más noble debe ser el rey en teoría. No tiene importancia si el sabio tiene o no posibilidad de ser rey.

Como el carácter del sabio es, según la tradición china, de “sabiduría interior y realeza exterior”, la tarea de la filosofía es hacer que los seres humanos lleguen a desarrollar este tipo de carácter. Por lo tanto, lo que la filosofía discute es lo que los filósofos chinos llaman el tao (vía, o principios básicos) para ser sabio en lo interior y rey en lo exterior.

Esto se parece a la teoría platónica del rey-filósofo. Según Platón, en un Estado ideal, el filósofo debe ser el rey o el rey debe ser un filósofo; y, con miras a convertirse en un filósofo, un hombre debe someterse a un largo período de entrenamiento filosófico antes de que su mente pueda pasar del mundo de las cosas cambiantes al mundo de las ideas inmutables. Así, según Platón y los filósofos chinos, la tarea de la filosofía es hacer que un ser humano sea capaz de alcanzar la sabiduría interior y la realeza exterior. Sin embargo, para Platón, cuando un filósofo llega a ser rey, lo es en contra de su voluntad; es algo que se ve obligado a hacer, y que supone un gran sacrificio de su parte. Esto fue sostenido también por los antiguos taoístas. Se cuenta la historia de un sabio que, siendo llamado por el pueblo de cierto país para que fuera su rey, huyó y se escondió en una caverna en la montaña. Pero la gente encontró la caverna, lo obligó a salir con humo y lo forzó a asumir la difícil tareas (Lüshi Chuqiu, I, 2.) He aquí una similitud entre Platón y los antiguos taoístas, y esto muestra el carácter extraterrenal de la filosofía taoísta. Siguiendo la tradición principal de la filosofía china, el neotaoísta Guo Xiang, del siglo III de nuestra era, revisó este punto.

Según el neoconfucionismo, la tarea diaria de tratar los asuntos sociales en las relaciones humanas no es algo ajeno al sabio. La realización de esta tarea es la misma esencia del perfeccionamiento de su personalidad. La cumple no sólo como un miembro de la sociedad, sino también como un “ciudadano de universo” o tian min, como decía Mencio. Debe estar consciente de que es un ciudadano del universo, de lo contrario, sus actos no tendrían un valor supramoral. Si tuviera la oportunidad de ser rey, serviría gustosamente al pueblo, cumpliendo así su deber como miembro de la sociedad y como ciudadano del universo.

Como lo que se discute en filosofía es el tao (vía) de ser sabio en lo interior y rey en lo exterior, queda claro que la filosofía es inseparable del pensamiento político. Más allá de las diferencias entre las escuelas de filosofía china, las ideas de cada una de ellas representan al mismo tiempo su pensamiento político. Esto no significa que en las diversas escuelas filosóficas no haya metafísica, ética o lógica. Significa únicamente que todos estos factores están conectados con el pensamiento político de uno u otro modo, como La República de Platón, representa toda su filosofía y, al mismo tiempo, es su pensamiento político.

La escuela de los nombres era conocida por su entrega a argumentos como “un caballo blanco no es un caballo”, que aparentemente tienen muy poca conexión con la política. Pero, el líder de esta escuela, Gongsun Long, “deseaba extender este tipo de argumentos para rectificar las relaciones entre los nombres y los hechos con el fin de transformar el mundo”. Vemos en el mundo actual cómo cada estadista dice que su país sólo quiere la paz; pero, en realidad, mientras habla de paz, suele estar haciendo preparativos para la guerra. He ahí una relación falsa entre las palabras y los hechos. Según Gongsun Long, estas relaciones falsas deben ser rectificadas. Este es, en realidad, el primer paso hacia la transformación del mundo.

Como el tema principal de la filosofía es el tao para ser sabio en lo interior y rey en lo exterior, el estudio de la filosofía no busca simplemente adquirir este tipo de conocimiento, sino también desarrollar este tipo de carácter. La filosofía no es simplemente algo que se conoce, sino también algo que se experimenta. No es un simple juego intelectual, sino algo mucho más serio. Como mi colega, el profesor Y.L. Ji, señala en un manuscrito inédito: “Los filósofos chinos fueron todos Sócrates en diferentes grados. Esto fue así porque la ética, la política, el pensamiento reflexivo y el conocimiento estaban unificados en el filósofo; en él, el conocimiento y la virtud eran una unidad. Su filosofía requería que la viviera; su propia persona era el vehículo de su filosofía. Vivir en concordancia con sus convicciones filosóficas era parte de su filosofía. Su empresa era autocultivarse continua y persistentemente hasta llegar a esa experiencia pura en la que el egoísmo y el egocentrismo quedaban superados, de modo que él pudiera ser uno con el universo. Obviamente este proceso de cultivación no podía ser interrumpido, porque interrumpirlo implicaba la aparición del ego la pérdida del universo. De ahí que, en el plano del conocimiento, él estuviese siempre buscando y tanteando; y, en el plano de la voluntad, él estuviese siempre obrando de cierta manera o tratando de hacerlo. Como estos aspectos no podían ser separados, en él se daba la síntesis del filósofo en el sentido original del término. Al igual que para Sócrates, la filosofía era una ocupación permanente para él. Y no era tampoco un filósofo cubierto de polvo, encerrado en su estudio y alejado de la vida. Para el filósofo chino, la filosofía no era nunca un modelo de ideas que se exhibía para la comprensión humana, sino un sistema de preceptos internos de la conducta del filósofo; y en los casos extremos incluso podría decirse que su filosofía era su biografía.”

LA MANERA EN QUE SE EXPRESARON LOS FILÓSOFOS CHINOS

Un estudiante occidental que empieza el estudio de la filosofía china se enfrenta inmediatamente a dos obstáculos. Uno, desde luego, es la barrera de la lengua; el otro es la peculiar manera en que se expresaron los filósofos chinos. Hablaré primero sobre el segundo problema.

Cuando uno comienza a leer obras filosóficas chinas, la primera impresión que tienen es, tal vez, la brevedad y la inconexión de los dichos y los escritos de sus autores. Al abrir las Analectas de Confucio, usted se dará cuenta de que cada párrafo consta sólo de unas cuantas palabras, y de que es difícil encontrar alguna conexión entre un párrafo y el siguiente. Al abrir el libro el Laozi, usted encontrará que sólo tiene unas cinco mil palabras, como un artículo de revista; pero en él se puede encontrar toda la filosofía de Lao Zi. Un estudiante acostumbrado al razonamiento elaborado y la argumentación detallada no sabría qué hacer para comprender a estos filósofos chinos. Se sentiría inclinado a pensar que el pensamiento de ellos es inconexo. Si fuese cierto esto, no habría filosofía china. Porque un pensamiento inconexo no es digno del nombre de filosofía.

Puede decirse que la aparente inconexión de los dichos y escritos de los filósofos chinos se debe a que los mismos no son obras filosóficas formales. Según la tradición china, el estudio de la filosofía no es una profesión. Se espera que todos estudien filosofía tal como en Occidente se espera que todos vayan a la iglesia. El propósito del estudio de la filosofía es que un ser humano, como tal, sea humano, y no un tipo particular de ser humano. Oros estudios- no el de la filosofía- hacen posible que un ser humano llegue a ser un tipo especial de ser humano. No había por eso filósofos profesionales; y los filósofos no profesionales no tenían que producir escritos filosóficos formales. En China, hubo muchos más filósofos que no produjeron escritos filosóficos formales que los que sí lo hicieron. Si uno desea estudiar la filosofía de estos hombres, tiene que acudir a los registros de sus dichos o a las cartas que escribieron a discípulos y amigos. Esas cartas no pertenecen a un mismo período de la vida de la persona que las escribió, ni los registros fueron escritos por una sola persona. La inconexión e incluso la inconsistencia entre ellas son rasgos que cabe esperar.

Lo dicho puede explicar por qué los escritos y dichos de algunos filósofos son inconexos, pero no explica por qué son breves. En algunos escritos filosóficos, tales como los de Mencio y de Xun Zi, hay razonamientos sistemáticos y argumentos. Pero, en comparación con los escritos filosóficos de Occidente, no son suficientemente articulados. El hecho es que los filósofos estaban acostumbrados a expresarse con aforismos, apotegmas, alusiones o ejemplos. Todo el libro Laozi está compuesto de aforismos, y la mayoría de los capítulos del Zhuangzi están llenos de alusiones y ejemplos. Esto es obvio. Pero, incluso en escritos como los de Mencio y Xun Zi, arriba mencionados, en comparación con los escritos filosóficos de Occidente, hay excesivo número de aforismos, alusiones y ejemplos. Los aforismos deben ser muy breves; las alusiones y los ejemplos deben ser inconexos.

Los aforismos, alusiones y ejemplos no son suficientemente claros. Su falta de articulación queda compensada, sin embargo, por su sugestividad. La articulación y la sugestividad son, desde luego, incompatibles. Cuanto más articulada es una expresión, tanto menos sugestiva es; y cuanto más prosaica es una expresión, tanto menos poética es. Los dichos y escritos de los filósofos chinos son tan inarticulados que su sugestividad es casi ilimitada.

La sugestividad, no la articulación, es el ideal de todas las artes chinas, de la poesía, la pintura y todas las demás. En poesía, lo que el poeta intenta comunicar no es, con frecuencia lo que dice directamente el poema, sino lo que él no dice. Según la tradición literaria china, en un buen poema ”el número de palabras es limitado, pero las ideas sugeridas no tienen límite”. Así, un lector inteligente de poesía lee lo que está fuera del poema, y un buen lector de libros lee “lo que está entre líneas”. Éste es el ideal del arte chino, y este ideal está reflejado en la manera en que se han expresado los filósofos chinos.

El ideal del arte chino tiene antecedentes filosóficos. En el capítulo XXVI del libro Zhuangzi se dice: “Una trampa de cesta sirve para capturar peces, pero, cuando uno ya tiene el pez, no necesita pensar más en la cesta. Una trampa para las patas, sirve para capturar liebres; pero, cuando uno ya tiene la liebre, no necesita pensar más en la trampa. Las palabras sirven para expresar ideas; pero, cuando uno ya tiene la idea, no necesita pensar más en las palabras. ¡Ojalá pueda encontrar a alguien que haya dejado de pensar sobre las palabras y conversar con él!” Conversar con alguien que ha dejado de pensar sobre las palabras no es conversar mediante palabras. En el libro Zhuangzi se cuenta que dos sabios se reunieron sin decir una sola palabra, porque “cuando sus ojos se encontraron, el tao estaba presente”. Según el taoísmo, el tao (la vía) no puede ser dicho, sino sólo sugerido. Así, cuando se usan las palabras, no son las denotaciones ni las connotaciones fijas las que revelan el tao sino la sugestividad de las mismas. Las palabras son algo que debe ser olvidado cuando han logrado su propósito. ¿Por qué molestarse con ellas más que lo necesario? Esto es cierto en cuanto concierne a las palabras y a las rimas de la poesía, y en cuanto concierne a las líneas y colores de la pintura.

Durante los siglos III y IV de nuestra era, la filosofía más influyente fue la escuela neotaoísta, conocida en la historia china como xua xue (el estudio místico). En ese período había un libro titulado Shishuo Xinyu, que es un registro de dichos inteligentes y actividades románticas de los hombres famosos de la época. La mayoría de los dichos son muy breves, y algunos consisten sólo de unas cuantas palabras En ese libro (capítulo IV) se dice que un filósofo, que era funcionario de muy alto rango, le preguntó a otro filósofo cuál era la diferencia y cuál era la semejanza entre Lao-Zhuang (es decir, Lao Zi y Zhuang Zi) y Confucio. El filósofo contestó: “¿No son acaso iguales?” El alto funcionario se sintió muy complacido por la respuesta, e inmediatamente nombró al filósofo como su secretario. Como su respuesta tiene sólo tres caracteres en chino, este filósofo se hizo conocido como “el secretario de los tres caracteres”. Él no podría haber dicho que Lao Zi y Zhuang Zi, por una parte, y Confucio, por la otra, no tenían nada en común; pero tampoco podría haber afirmado que tenían todo en común. Por eso dio su respuesta en forma de pregunta, y ésa fue realmente una buena respuesta.

Los breves dichos en las Analectas de Confucio y en la filosofía del Laozi no son simplemente conclusiones de ciertas premisas que se han perdido. Son aforismos llenos de sugestividad. Es la sugestividad la que resulta atractiva. Uno puede reunir todas las ideas que encuentre en el libro Laozi y escribirlas en un nuevo libro de cincuenta mil o incluso quinientas ml palabras. Pero por bueno que sea tal libro, no dejará de ser un nuevo libro. Puede ser leído junto con el Laozi original, y puede ayudar grandemente a la gente a comprender el original, pero jamás podría sustituirlo.

Guo Xiang, a quien ya me he referido, fue uno de los grandes glosadores del Zhuangzi. Sus glosas son en sí una obra clásica de la literatura taoísta. Convirtió las alusiones y metáforas del Zhuangzi a una forma de razonamiento y argumentación, y tradujo los poemas a prosas de estilo propio. Sus escritos son mucho más claros que el Zhuangzi. Pero entre la sugestividad del Zhuagzi y la claridad de Guo Xiang, la gente podría preguntar: ¿Cuál es mejor? Un monje de la escuela budista chan de un período posterior dijo: “Todo el mundo dice que fue Guo Xiang quien escribió una glosa sobre Zhuang Zi; yo diría que fue Zhuang Zi quien escribió una glosa sobre Guo Xiang.”

LA BARRERA DE LA LENGUA

Es realmente difícil tener una total comprensión y plena apreciación de las obras filosóficas si uno no puede leerlas en el original. Esto pasa con todas las obras filosóficas; se debe a la barrera de la lengua. Debido al carácter sugestivo de las obras filosóficas chinas, la barrera de la lengua se vuelve todavía más formidable. La sugestividad de los dichos y obras de los filósofos chinos resulta difícil de traducir. Cuando uno los lee en traducción, se ve que se ha perdido la sugestividad; y esto significa que uno pierde mucho.

Una traducción, después de todo, es sólo una interpretación. Cuando uno traduce una oración del Laozi, por ejemplo, da su propia interpretación del significado. Pero la traducción puede transmitir solamente una idea, mientras que de hecho, el original puede contener muchas otras ideas además de la que ha sido dada por el traductor. El original es sugestivo, pero la traducción no lo es, y no puede serlo. Así se pierde mucho de la riqueza propia del original.

Hay muchas traducciones del Laozi y de las Analectas de Confucio. Cada traductor ha considerado insatisfactorias las traducciones de otros. Pero, por más buena que sea una traducción, está condenada a ser más pobre que el original. Se necesita una combinación de todas las traducciones ya hechas y de muchas otras por hacer, para revelar la riqueza del Laozi y de las Analectas de Confucio.

Kumarajiva, del siglo V de nuestra era, uno de los más grandes traductores de los textos budistas al chino, dijo que traducir es igual a masticar alimentos para dar de comer a otros. Si uno no puede masticar por sí mismo el alimento, tiene que comer el alimento ya masticado. Después de esa operación, sin embargo, el alimento es necesariamente más pobre en sabor que el original.